El robot Atlas de Boston Dynamics aprende a interactuar con su entorno y a utilizar objetos improvisados

El robot Atlas de Boston Dynamics, una conocida empresa de robótica, cumple este año diez años. Durante estos diez años, hemos visto cómo este androide robot de 1,5 metros de largo y 89 kilos de peso, accionado por 28 actuadores hidráulicos, ha desarrollado nuevas capacidades y mejorado sus movimientos. Ahora, los ingenieros de Boston Dynamics han empezado a enseñar al robot a interactuar con su entorno y a utilizar objetos improvisados para llevar a cabo su tarea.

En un vídeo publicado recientemente, se reproduce una escena bastante sencilla en la que el robot Atlas tiene que entregar a un «colega» vivo una bolsa de herramientas en una «obra» improvisada. Para ello, el robot tiene que agarrar una tabla y utilizarla como «puente». A continuación, el robot tiene que levantar la pesada bolsa de herramientas, subir un nivel y dejar caer la bolsa por otro nivel.

Una vez terminada la tarea principal, Atlas hace algo que haría que despidieran a cualquier trabajador de una obra real. Arroja una caja de madera, salta sobre ella y realiza su característico salto mortal de 540 grados con una voltereta y un giro. Cabe destacar que, según la información disponible, el robot «utiliza toda la potencia de cada articulación y actuador» para realizar este salto. En otras palabras, este salto es el límite técnico de las capacidades del robot.

A pesar de la relativa sencillez de todas las acciones, detrás de su ejecución hay una enorme cantidad de minucioso trabajo realizado por los especialistas de Boston Dynamics, y un segundo vídeo arroja luz sobre todo ello. Resulta que ya no es necesario programar cada movimiento individual de cada parte del cuerpo del robot, como ocurría antes. Al robot sólo se le asignan ahora tareas generalizadas: coger una tabla y utilizarla como puente, levantar una bolsa de herramientas, subir un nivel, dejar caer la bolsa, derribar una caja y dar una voltereta.

Todo lo demás, incluida la determinación de la ubicación, forma y orientación de los objetos del entorno, lo hace el robot por sí mismo, utilizando cámaras, un escáner láser y otros sensores.

Es más, se ha invertido mucho esfuerzo en equipar a un robot para que haga cosas que la gente hace automáticamente a nivel subconsciente. Pensemos, por ejemplo, en la sencilla tarea de recoger una bolsa de herramientas para un ser humano. Atlas encuentra una bolsa tirada en el suelo y, a medida que se acerca a ella, construye un patrón para saber qué hacer a continuación. Mientras lo hace, encuentra por sí mismo las respuestas a las siguientes preguntas: ¿Cuánto pesa la bolsa? ¿Dónde está el centro de gravedad de la bolsa? ¿Cuál es el mejor lugar para coger la bolsa? ¿En qué ángulo deben colocarse las manos y la empuñadura? ¿Cómo se prepara el cuerpo para levantar la bolsa? ¿Cómo se sujeta la bolsa mientras se mueve y antes de lanzarla?

La dirección de Boston Dynamics, ahora propiedad de la megacorporación coreana Hyundai, admite que el robot Atlas dista mucho de ser perfecto y de tener alguna utilidad práctica como trabajador. Sólo los cuantiosos recursos financieros de Hyundai les permiten ahora proseguir su labor minuciosa, innovadora y muy interesante, cuyos resultados se utilizarán sin duda en las próximas generaciones de robótica.